miércoles, 15 de junio de 2011

Te hablo

Te hablo a ti no para decirte que sin ti todo está perdido,
que la luz de mi camino se ha apagado o que no duermo y que vivo
en un línea tan delgada que parece el camino del suicidio.


No, te hablo para decirte que, por una extraña razón,
cuando hablo contigo, mi corazón se siente acompañado

(Y llamo corazón por nombrar en forma acostumbrada
a un sentimiento que mezcla ternura, pasión y a veces, lo confieso, nada)


Te hablo a ti para decirte que algunas tardes o madrugadas
me gustaría compartir contigo mis ideas,

no para pedirte que me comprendieras o explicaras el origen de todos mis errores

y mucho menos para pedirte perdón por conductas pasadas que ya no tienen remedio.
Pienso que pedir perdón no implica siempre un acto de nobleza,

sino también puede ser un simple ejercicio de buscar un reacomodo.


Te hablo a ti para escucharte y entender entre líneas tus motivos
no para aconsejarte y enderezar los caminos torcidos de tu vida

o decirte que tu vida es una vida recta hasta el fastidio.

Te hablo a ti simplemente porque al escucharte o cuando me escuchas

me siento menos solo y más comprometido con la vida


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