La ciudad se apaga
y la gente enciende las farolas en sus casas y en las calles.
Todo es otoño el hemisferio
y el silencio esconde el abandono nocturno que hacen
las hojas de los arboles.
Los ruidos que vienen de la calle
se diluyen como en agua
y un perro lejano, cansado de ladrar, se calla
Todo sucede más allá del cristal de mi ventana.
Mis ojos observan el movimiento tranquilo
de las ramas con el aire…
Y la Luna, pintando sombras,
este otoño solo, me acompaña.
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